Superproducción de la manipulación |
Los antecedentes están
claros, veamos: en tiempos de aquel malvado dictador llamado Stalin, corría la
costumbre de que, cuando un político caía en desgracia, se acababa con él o
bien enviándolo a una cheka para ser despellejado o directamente a Siberia a
fabricar cubitos de hielo, y se le borraba de todas las fotos en las que
hubiera aparecido anteriormente a su tropezón. Y cuando decimos de todas las
fotos, nos referimos a TODAS las fotos. Imagínense el cuadro: un equipo
completo de avezados camaradas funcionarios fotógrafos dándole al aerógrafo o a
lo que se llevara entonces, recortando figuras y volviéndolas a pegar sobre
otra del mismo escenario original pero sin poner ya la del desgraciado; de este
modo parecía que el ínclito nunca había existido. Lo hicieron con Trotsky y un
montón más de críticos, disidentes o, sencillamente, tipos que en un momento dado le cayeron antipáticos al
antipático dictador soviético. Cientos de archivos eran revisados y la figura y
los nombres de los afectados eran borrados concienzudamente. Si se había hecho
referencia a ellos en libros y otras publicaciones, numerosos equipos de
funcionarios localizaban hasta el último ejemplar y se imprimían nuevas
ediciones limpias de los nombres y las fotos de los indeseables. ¿Qué no se lo
creen? Leamos un poco de Historia, molestémonos en informarnos, pero nosotros
se lo estamos contando gratis, tal y como fue.